lunes, 22 de abril de 2019

HISTORIA DE UN NAUFRAGIO


Llovía, desde muy lejos llovía. Y lo notaba. Me caían las gotas por la cara.


Y el agua que al principio resbalaba por mi piel ahora me estaba habitando los pies.
El barco tiritaba y la fragilidad de éste presenciaba algo terrible. Sin embargo no me rendía y además gritaba junto al frío auxilio. Tampoco me escondía pero si intentaba refugiarme de la tormenta.
El agua se estaba hundiendo, pero yo intentaba ver el ápice de tierra que se disolvía.

Al fondo había lo que ansiaba, lo que sería el final de mi sufrimiento pero enloquecía solo de pensar en la distancia insuperable que me quedaba por recorrer.

Cambié la mirada y logré ver a mi lado otro barco en dirección a la orilla. Le sostenía la claridad y entonces me di cuenta de que el oasis estaba muy cerca.

Ya no tenía prisa, ya no estaba cansado. Tenía esperanza de llegar a salvo.


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