Me
gustaría ser una pequeña luz radiante. No demasiado llamativa ni con exceso de
efectos lumínicos. Una pequeña luz radiante y cálida. Bastante simple pero
diferente a las demás. Llamaría la atención sin darse cuenta. Cómo si fuese un
pequeño detalle. Un detalle como por ejemplo una sonrisa sincera, una mano
sobre el hombro, o un: <<¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras? ¿Qué tal las
vacaciones?>>
Creo
que cualquiera se podría contagiar e incluso enamorar de la bondad. Es algo inevitable. En cambio, algo noble, bueno y sincero y que además haya visto el
otro lado (aquel lado oscuro, celoso, envidioso, rencoroso y reprimido), no se
puede contagiar ni enamorar de cualquiera. Es algo contradictorio e incluso
paradójico, pero es totalmente cierto. No creo que la pura, la verdadera
bondad, pueda confiar en cualquier disfraz de inocencia.
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